Te acercaste a mí, lento y confuso como de costumbre.
Hacía tanto tiempo que no te sentía tan próximo. 
Sostuviste el orgullo sin culpas, dejando que mis ojos se enrojezcan brotando lágrimas.
Ambos descubrimos que podemos sacar lo peor de nosotros.
Esto es sólo el comienzo de una muerte espiritual.
Poco a poco vamos a encerrarnos en un vacío cajón, lleno de fotos viejas y olor a humedad.
Seremos espectadores del derrumbe de aquel mundo, y con nuestras propias manos haremos marchitar todos esos pasatiempos que teníamos juntos.
No veo culpa en tus ojos.
Trato y trato de entrar en vos, pero no puedo encontrar dolor en tu alma.
¿Puede tu corazón entender que jamás podremos librarnos de ese pasado tan cercano?
Cada palabra me golpea más y más, pero no te importa.
De hecho, nunca les creíste a mis lágrimas. Nunca lloraste.
Nunca experimentaste mi dolor.
Todavía estás envenenándote con tu ego.
Mientras continuas hablando encuentro las razones por las cuales no deberías estar en mí.
No puedo permitir que me dejes lastimarme.
No puedo permitir que me duela. No, no es tu culpa.
Acá la única idiota que te hizo perfecto fui yo. 
Levanté la cabeza, sequé mis lágrimas, te sonreí. y me fuí.
-Hasta nunca, mentiroso...-



Copyright © 2012 • YamilaSuárez.

No hay comentarios: