Sólo yo,
con mi revoltijo de heridas,

no me permití dar una vuelta y retomar desde un principio.
Y pensar.
Y olvidar.

Es culpa de la ceguera 
que no nos dejó ver lo que estábamos logrando.

Es culpa de la rutina,
por encerrar los momentos a solas en un cronograma.

Y es culpa del deseo,
por hacernos ir más allá del límite permitido en el amor.

Sólo yo,
con mi miedo,
hicimos de esto el peor infierno.


Copyright © 2013 • YamilaSuárez.
(ph: Tumblr)

Aquellos ya no flotan entre muecas de alegría.
Lloran, gritan y duermen con la melancolía.

Pude ver como del cielo caían grandes gotas de resignación,
con una fría brisa de soledad y llantos.

Y esos dos amados ya no estaban hechos de algodón,
sólo rellenos de dolor.

Quizás el tiempo derrumbó esa cobertura de miel
dejando cenizas sin pasión.

Minutos en los que todo pareció esfumarse;
había dos risas,
dos sueños,
cuatro manos,

Y dos cuerpos que no se entendían,
disfrazados de cadáveres,
incendiados por la duda
y quebrantados por el pasado.



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