Qué magnífico sería volver a sentir tu respiración en mi cuello y mi mano rozando suavemente cada una de tus fallidas facciones - podría vivir hundida en tu piel, mordiendo cada centímetro como si fuese la última vez; es que a veces sos tan impertinente que ni siquiera puedo razguñar tus ganas de gritar. Qué minuiciosa puedo ser cuando te acercas con esa sutileza, no quiero compartir tu boca, y menos tu cuerpo; es que me gusta tanto cuando me decís que sos mío, esas dos palabras tan tenues y profundas las podría escuchar de por vida. Gritaría por la calle que te tengo para mí, lo publicaría de Norte a Sur, y después correría a tus brazos, para demostrarle al mundo, una y otra vez, que la felicidad siempre vuelve...aunque a veces con nombre y apellido y de carne y hueso. No podría imaginarte de otra forma, más que una enorme y cálida bienvenida, llena de dulzura, armonía y entusiasmo; es que a veces es tan hermosa esa sensación de que no tengo por qué compartirte; y hoy no puedo esperar para verte...no quiero esperar para verte y dejar de sentirme dueña de mis emociones. Te regalo todo lo que quieras, o mejor hagamos un cambio, te regalo mi vida, pero tu cuerpo va a seguir siendo mío.  




No hay comentarios: