Escapando del quiebre de lo normal, 

no podemos ser auténticos;

pero nos sienta tan bien la transición interior

que nos obligamos a cambiar la faceta de la indiferencia

por emociones más profundas

...y es inquietante tener que reconocerlo,

me gusta ser prioridad,

tu frazada,

y tu segunda conciencia;

me gusta que lo hagas tan difícil,

y que te esfuerces por interpretar mis gestos.

Ya no escuches a los poco interesados,

ellos podrían no entenderlo,

y nadie, nadie, 

puede entenderlo mejor que nosotros.

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