Sólo yo,
con mi revoltijo de heridas,

no me permití dar una vuelta y retomar desde un principio.
Y pensar.
Y olvidar.

Es culpa de la ceguera 
que no nos dejó ver lo que estábamos logrando.

Es culpa de la rutina,
por encerrar los momentos a solas en un cronograma.

Y es culpa del deseo,
por hacernos ir más allá del límite permitido en el amor.

Sólo yo,
con mi miedo,
hicimos de esto el peor infierno.


Copyright © 2013 • YamilaSuárez.

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