"Contemos nuestros pasos", gritaste. 
Siempre con tanto ímpetu, siempre creyéndote tan dueño de mis actos.
No quise ejecutar la interrupción de tu juego, opté por sentarme próxima al calor de tu cuerpo.
Completé tus tantos paradigmas de amor aún no resueltos, 
y regalé unos cuantos minutos para fotografiarte en mi memoria.
 En un rejunte promiscuo de sentimientos te entregué palabras envueltas por caricias, 
y un intrépido cóctel de promesas camufladas en miradas.
Estabas comenzando tu juego, contando los pasos, 
al tiempo que el mío avanzaba por tu cuello, recorría tus facciones, y volvía sobre tu pecho. 
Hicimos pequeños intervalos para revisar las agujas, asegurarnos de que no fuera demasiado tarde y emprender la vuelta.
Giraste tu torso y la mirada para confiarte de que todavía estaba acompañando tus movimientos. 
"¿Por qué me mirás tanto?", cuestionaste con energía desafiante y una sonrisa tan soberbia, inmensa, y a la vez un poco aprensiva. 
Me costó horrores remontar el camino a la realidad y el presente para poder responder. 
Bajé del sueño, de tu pelo, de tu orgullo. 
Exhalé, me libré de las fantasías, y respondí: 
"No te estoy mirando. Estoy guardándote en mi memoria. 
Porque te quiero, y las personas que más rápido se quieren, son las que más rápido se alejan..."



Copyright © 2012 • YamilaSuárez.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me pone la piel de gallina leer esto, sos una genia.